Ir al contenido principal

El peso de la pluma



A veces me quedo mirando el tintineo del cursor sobre la página en blanco del Word y me pregunto si todo esto tiene sentido. Sin necesidad ninguna de justificar absolutamente nada. Sinceramente, no es una pregunta que surja de la frustración momentánea, sino de una fatiga continuada que llega cuando piensas los años que llevas empujando una piedra montaña arriba y la piedra, inexorablemente, vuelve a caerse colina abajo...la condena de Sísifo.
¿Por dónde empiezo? Quizás este texto esté desordenado y puede que no sea a lo que os tenga acostumbrados. Sólo son ideas, esbozos, ocurrencias que nacen desde la más profunda ingenuidad.
Lo primero que se me viene a la cabeza es el panorama artístico actual, y de pensarlo sólo, ya me da pereza. Es un ecosistema un tanto extraño, casi darwiniano en su crueldad; binario a la par que salvaje. Al principio suele presentarse como un amable e interesante espacio de libertad creativa, donde muchas ideas dispares tienen cabida en lo intelectual, y se cuestionan cosas que no son importantes en el día a día. Interesante. Luego, con el paso de los años y de las generaciones te das cuenta de la patraña en la que sea ha convertido esto: funciona exactamente de la misma forma que cualquier élite; círculos cerrados que se retroalimentan, códigos no escritos que determinan quién entra y quién permanece en la sombra, una jerarquía estamental invisible pero férrea, que decide qué merece ser visto y quién queda en el shadowban.
No es solo que sea difícil. Es que está diseñado para ser impenetrable. Ya hablé en un artículo anterior sobre la "meritocracia", que no es más que un mito consolador que nos repetimos como burros para no reconocer que gran parte de lo que consideramos éxito artístico responde a variables que poco tienen que ver con la calidad de la obra. Somos 0 honestos con todo, y no hay nada malo en admitir lo desalentador que es descubrir que la mediocridad bien posicionada y sin escrúpulos supera sistemáticamente al talento anónimo.
Empecé este blog con veintiséis años, con la energia que solo da la ignorancia de lo que realmente cuesta sostener algo así. Lo idealizaba pensando que bastaba con tener algo que decir y la determinación de decirlo con criterio. Ahora, casi 5 años después, me doy cuenta que ese realmente era mi mayor activo por aquel entonces...el no saber cuánto iba a costar.
Me gustaría aclarar una cosa. La desidia no es pereza. Es el estado natural de quien ha comprendido que el mundo del arte, como tantos otros, premia más la capacidad de navegar sus códigos que la de crear algo único y que aporte. Es el cansancio de ver cómo se celebran propuestas vacías y comerciales mientras el trabajo honesto queda relegado a la periferia. Y yo, personalmente empiezo a tener la sensación de estar escribiendo en un idioma que pocos entienden o, peor, que pocos quieren entender.
Aquí hay que venir llorado de casa, y ya sabíamos una cosa: la desidia también puede ser un estado de gracia. Cuando dejas de esperar que el sistema te valide, cuando asumes que tu trabajo va a existir igual con o sin reconocimiento, te quitas un buen peso de encima. Ya no escribo para convencer a nadie, sino porque algo en mí necesita ser expresado. Ya no busco la aprobación de los guardianes del gusto, ni de los compañeros de profesión que me miran por encima del hombro...sino que de alguna manera confío en que ese barco llegue a alguna parte.
Al final, nadie me apuntó con un arma para que eligiera este camino. Nadie me prometió que sería fácil o que me darían palmaditas en el hombro, al revés. Hay que aguantar todo tipo de comentarios, los cuales ni tengo en cuenta, ya que en mayor o menor medida, son infundados y sesgados.
Elegí esto sabiendo, aunque no del todo conscientemente, que iba a caminar solo gran parte del recorrido, pero no es problema. Aquí seguimos. No porque sea masoquista, sino porque algo en mí que se niega a claudicar. La finalidad de todo nace con la idea de dejar constancia de que estuve aquí, de que ví algo que otros no vieron, y de que tuve coraje de ponerlo en palabras cuando el mundo prefería el silencio. Sirvieran o no. El panorama puede estar cerrado, pero voy a seguir escribiendo. Pueden ignorarme, pero seguimos creando. Pueden construir muros, pero seguimos encontrando huequitos por donde filtrar la luz...y desde aquí dar gracias a todos mis editores por no dudar de mi criterio y hacerlo posible.
Esto nunca fue sobre ellos. Fue sobre nosotros, sobre la capacidad de resistir, de seguir creyendo cuando ya no queda nada en lo que creer. Y eso NADIE nos lo va a quitar.



Suso B

Comentarios

Entradas populares de este blog

OligarquíART

Aunque no quiero generalizar, porque hay muchos y muy buenos profesionales en este país, tenemos que admitir que existe una pequeña pero peculiar casta de individuos que, desde sus incómodos sillones Eames, deciden quién será el próximo Maurice d e Vlaminck que va a revolucionar el panorama artístico. La dinámica de este minúsculo pero influyente grupo decide básicamente la dirección que toma el arte contemporáneo…esos Midas de nuestros tiempos, a los que les dimos la “responsabilidad” de transformar simples mortales en estrellas del panorama artístico simplemente con su aprobación . (Desgraciadamente) Lo verdaderamente irónico de esta situación es que estos insiders  del arte están perpetuamente obsesionados con descubrir al próximo gran outsider . Como si se tratara de cazar mariposas en el Animal Crossing , contactan con artistas y recorren los estud ios más recónditos del mundo del arte en busca de aquello que, por definición, debería estar fuera de su radar. Una paradoja al ...

Plata no es

  La vida va tan rápido y todo está en tan constante cambio que a veces nos cuesta asimilarlo, y aún hay cosas que todavía no entiendo. Llevo unos días pensando acerca de la incesante búsqueda que tenemos como   sociedad líquida 1 de intentar elevar lo ordinario y equipararlo a la categoría de arte. Creo que os habréis dado cuenta de que esta situación ha alcanzado niveles que rozan lo patético, manifestándose en una suerte de tragicomedia cultural donde hasta el más insignificant e objeto de consumo aspira a la trascendencia artística.   ¿Y si nos hemos obsesionado con elevar lo mundano a la categoría de obra maestra?    Las empresas y las marcas lo hacen constantemente, en un ejercicio de contorsionismo tanto intelectual como conceptual, digno del Cirque Du Soleil ; y la verdad que esto siempre me ha provocado tantas carcajadas como perplejidad absoluta. Marcas comerciales se auto -proclaman los nuevos Médici del siglo XXI, y resulta que ahora todo es arte. O...

Cuerda Floja

Las instituciones artísticas se encuentran ahora mismo en el jardín del vecino más cascarrabias del vecindario, y por si fuera poco tienen que enfrentarse de cara a un dilema ético que cuestiona los pilares de la poca libertad creativa que nos queda: la cu ltura de la cancelación. Un fenómeno que nos impusieron por la espalda, desarrollamos y que hizo que todos acabáramos con la piel más fina que el cloisonné , cuya mezcla de justicia social con un tribunal digital ha convertido los espacios culturales en trincheras ideológicas donde cada obra se somete a un escrutinio más intenso que la penúltima pregunta del “Juego de tu Vida”. Hannah Arendt nos alerta sobre cómo el juicio moral y social, cuando no se confronta con la reflexión crítica, puede convertirse en un instrumento de exclusión: "La violencia se vuelve más peligrosa cuando es institucionalizada y no es confrontada con la r eflexión crítica." Este pensamiento resulta esencial en el contexto actual, donde la cancelació...