Ir al contenido principal

Jean Degottex, genio olvidado




La historia del arte a veces juega a las escondidas con ciertos nombres, guardándolos en el más completo olvido. Jean Degottex es uno de esos artistas que merecerían ocupar las primeras líneas de cualquier conversación sobre abstracción, pero por caprichos del destino y la crítica ha permanecido en una penumbra e invisibilidad injusta, casi cruel.

Nacido en Sathonay-Camp en 1918, Degottex llegó a París siendo apenas un adolescente, en 1933. Un joven de provincias aterrizaba en la capital del arte mundial cuando las vanguardias ni siquiera sabían que lo eran. Entre una cosa y otra no empezó a pintar hasta 5 años después, pero rápidamente encontró su camino en el lenguaje abstracto geométrico, que más tarde evolucionaría en algo mucho más íntimo y personal. Lo que realmente hace único a Degottex es su forma casi mística de entender la pintura, y aunque bebió del budismo zen y del surrealismo de André Masson, creó algo completamente propio. Para él, pintar era vital, y recuerdo una frase suya y que justamente capta ese pensamiento: "Quisiera que mi pintura fuera una respiración más profunda", decía.

Vivió entre 1918 y 1988, siendo testigo de las transformaciones más radicales del arte occidental. Incluso en sus últimos años, en los 70 y 80, seguía evolucionando sin perder su esencia, algo que pocos artistas logran. Lo más injusto de su olvido relativo es que fue un adelantado a su tiempo, su arte ya hablaba de temas que hoy son centrales: el diálogo entre culturas, la espiritualidad libre, la expresión minimalista, la tensión entre lo tradicional y lo nuevo. 

Dentro del informalismo y el expresionismo abstracto europeo, Degottex siempre ha brillado con luz propia, aunque pocos lo reconocieran y lo reconozcan. Formó parte de ese movimiento que Michel Tapié llamó "Un art autre" en 1952, que se extendió por Europa, América y Japón. Y es que en cada trazo suyo había un eco de la caligrafía oriental, una conexión que se fortaleció enormemente después de su viaje a Japón, que marcó un antes y un después, transformando para siempre su manera de ver y hacer arte.

La caligrafía no era para él un mero recurso estético, sino una práctica espiritual. Su trabajo se basa en la filosofía zen, la pintura de acción y la caligrafía china, y esta base se traduce en obras donde cada trazo vive, donde el silencio dialoga con la presencia del gesto. Técnicamente hablando, Degottex desarrolló un vocabulario propio que lo distingue claramente de sus contemporáneos. Su trabajo mostraba la precisión del trazo único, la economía del medio oriental que dice más con menos, y su estilo es simplemente, inconfundible. Las obras de la serie "Yugen" (concepto japonés que habla de la belleza sutil e inefable) son perfectos ejemplos de esta aproximación: espacios mínimos donde cada elemento tiene su razón de ser, donde nada sobra y todo es esencial.




Es triste que la historia haya sido tan injusta con él, ya que considero que fue de los grandes de la abstracción en la segunda mitad del siglo XX. Su forma de abordar el arte era única, buscando lo sublime a través de la contemplación y la síntesis.

En el contexto del informalismo europeo, Degottex representa una vía singular que merece ser reconsiderada. Su trabajo no es simplemente una variante francesa del expresionismo abstracto americano, sino una propuesta autónoma que bebe de fuentes completamente diferentes y llega a conclusiones propias. La influencia del zen no es decorativa en su obra, sino estructural: determina no solo qué pinta, sino cómo pinta y por qué pinta...por eso hablar de Jean Degottex hoy es reivindicar una figura que la historia del arte debe rescatar del injusto segundo plano al que la ha relegado. Su obra constituye un capítulo fundamental para entender no solo el desarrollo de la abstracción europea, sino también las posibilidades expresivas que abrió. La historiografia debe ser justa y no olvidarlo.












Comentarios

Entradas populares de este blog

OligarquíART

Aunque no quiero generalizar, porque hay muchos y muy buenos profesionales en este país, tenemos que admitir que existe una pequeña pero peculiar casta de individuos que, desde sus incómodos sillones Eames, deciden quién será el próximo Maurice d e Vlaminck que va a revolucionar el panorama artístico. La dinámica de este minúsculo pero influyente grupo decide básicamente la dirección que toma el arte contemporáneo…esos Midas de nuestros tiempos, a los que les dimos la “responsabilidad” de transformar simples mortales en estrellas del panorama artístico simplemente con su aprobación . (Desgraciadamente) Lo verdaderamente irónico de esta situación es que estos insiders  del arte están perpetuamente obsesionados con descubrir al próximo gran outsider . Como si se tratara de cazar mariposas en el Animal Crossing , contactan con artistas y recorren los estud ios más recónditos del mundo del arte en busca de aquello que, por definición, debería estar fuera de su radar. Una paradoja al ...

Plata no es

  La vida va tan rápido y todo está en tan constante cambio que a veces nos cuesta asimilarlo, y aún hay cosas que todavía no entiendo. Llevo unos días pensando acerca de la incesante búsqueda que tenemos como   sociedad líquida 1 de intentar elevar lo ordinario y equipararlo a la categoría de arte. Creo que os habréis dado cuenta de que esta situación ha alcanzado niveles que rozan lo patético, manifestándose en una suerte de tragicomedia cultural donde hasta el más insignificant e objeto de consumo aspira a la trascendencia artística.   ¿Y si nos hemos obsesionado con elevar lo mundano a la categoría de obra maestra?    Las empresas y las marcas lo hacen constantemente, en un ejercicio de contorsionismo tanto intelectual como conceptual, digno del Cirque Du Soleil ; y la verdad que esto siempre me ha provocado tantas carcajadas como perplejidad absoluta. Marcas comerciales se auto -proclaman los nuevos Médici del siglo XXI, y resulta que ahora todo es arte. O...

Cuerda Floja

Las instituciones artísticas se encuentran ahora mismo en el jardín del vecino más cascarrabias del vecindario, y por si fuera poco tienen que enfrentarse de cara a un dilema ético que cuestiona los pilares de la poca libertad creativa que nos queda: la cu ltura de la cancelación. Un fenómeno que nos impusieron por la espalda, desarrollamos y que hizo que todos acabáramos con la piel más fina que el cloisonné , cuya mezcla de justicia social con un tribunal digital ha convertido los espacios culturales en trincheras ideológicas donde cada obra se somete a un escrutinio más intenso que la penúltima pregunta del “Juego de tu Vida”. Hannah Arendt nos alerta sobre cómo el juicio moral y social, cuando no se confronta con la reflexión crítica, puede convertirse en un instrumento de exclusión: "La violencia se vuelve más peligrosa cuando es institucionalizada y no es confrontada con la r eflexión crítica." Este pensamiento resulta esencial en el contexto actual, donde la cancelació...