Hay algo que el New Money no consigue, por mucho que lo intente. Y no es cuestión de tiempo ni de cantidad. Es otra cosa.
Leí el otro día que cuando el lujo aparece sin cultura detrás, sin la capa de conocimiento que le da sentido, se vuelve hortera y superficial. Cierto. Cifras, nombres, cotizaciones...todo muy impresionante sobre el papel, todo tremendamente hueco en la práctica. Porque por suerte el arte, a diferencia de otros asuntos donde el dinero puede compensar cierta falta de sustancia, exige algo más incómodo. Pensar.
Esto es algo que he vivido de cerca, y el problema no está en tener dinero, está en creer que el dinero basta para comprar buen gusto. Y no.
Lo que pasa con el arte contemporáneo es que es especialmente cruel con la ignorancia, porque no perdona. No tiene la belleza obvia del impresionismo ni la técnica maestra del renacimiento que te pueden salvar aunque no entiendas nada. Aquí,si no sabes leer los códigos, estás perdido. Y se nota. Se nota en cómo hablas de las obras, en qué compras, en cómo las exhibes.
Me hace gracia porque una vez me dijeron que aquí hay dos opciones: o eres una rata o un tiburón; y tú decides quién eres. Puedes entrar a una galería y comprar la obra más cara, de la que todos hablan, la que viene con certificado de autenticidad, pedigrí y un besito en la frente del artista. Pero si no entiendes por qué esa obra importa, si no pillas las referencias, si no logras ver la conexión y el diálogo que mantiene con otros artistas o movimientos...tienes es un objeto caro colgado en tu pared. Ya está. El valor está ahí, sí, pero tú no estás dentro de esa conversación, te has quedado fuera.
Suena irónico por que el acceso a ese conocimiento nunca ha sido tan abierto y democrático. Las galerías son gratuitas, las bibliotecas están a rebosar, y los archivos digitales son literalmente infinitos. No tienes que esperar a ser rico para educarte en esto. Puedes aprender a mirar, a leer una composición, a entender por qué ciertos artistas cambiaron la historia y otros quedaron en el olvido. Puedes saeber sobre arte, teoría crítica, movimientos estéticos sin necesidad de pagar 4 o 5 cifras por un máster o título que suena a que sabes cosas. Lo único que se requiere es voluntad de invertir tiempo en algo que es inútil. Y ahí está la cosa.
Lo que separa al New money del Old money no es la cuenta bancaria. Es el criterio. La capacidad de distinguir y reconocer cuándo algo tiene peso cultural real ycuándo es solo ruido. Y ese criterio se construye leyendo, observando, preguntando, equivocándose también, obvio.
Lujo sin cultura es decorado vacío. Sin alma y sin historia. Sin lo que conecta las cosas entre sí y les da sentido. Puedes llenar tu casa de objetos caros y seguir viviendo en un espacio frío, sin personalidad, sin nada que cuente quién eres realmente. La diferencia está en saber mirar. En poder estar frente a una obra, ya sea del siglo XVIII ode ayer, e intentar entender qué estás viendo. No hace falta ser experto. Hace falta interés desinteresado1.
Porque hay cosas que el dinero no puede comprar.
Y no es un dinosaurio.
Referencias:
1Kant, I. (2009). Crítica del juicio (M. García Morente, Trad.). Alianza Editorial. (Trabajo original publicado en 1790).

Me quedo con lo de que hace falta interés desinteresado, lo resume todo.. Muy buen post.
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